La Salud y la Enfermedad
Se constituyen como los aspectos más importantes en la vida de las personas; siendo el Trabajo, un elemento clave en el mantenimiento de la salud y la calidad de vida (OIT).
En la década de los 70 La Organización Mundial de la Salud (OMS), introduce una nueva manera de comprender la salud e inicia una tradición positiva al incorporar las dimensiones física, psíquica y social del bienestar, eludiendo el prerrequisito de tomar como referente a la enfermedad. Estableciendo así, el Derecho Humano Fundamental a la Salud y el Aumento de la Calidad de Vida.
Desde esta perspectiva inicia la promoción de la salud como:
“el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no meramente la ausencia de afecciones o enfermedades” (OMS, 1974; 1978).
Donde la dimensión psicológica de la salud, se circunscribe precisamente en la participación del individuo en la búsqueda activa del estado de equilibrio dinámico que tiene, en sentido positivo: el bienestar físico, psíquico y social; y, en sentido negativo: la ausencia de enfermedades, trastornos, síntomas o necesidades físicas, psíquicas y sociales.
El Estrés dentro de este contexto, representa un elemento de riesgo para la salud y la actividad productiva de las personas, pues en última instancia atenta contra ese estado de equilibrio dinámico que las moviliza constantemente hacia la búsqueda de factores protectores de su calidad de vida y bienestar integral.
Ahora bien, siguiendo a la OMS el fenómeno del estrés puede entenderse como el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara al organismo para la acción. Mientras que, el estrés psicológico es definido como una relación particular entre el individuo y el entorno que es evaluado por éste como amenazante y desbordante de sus recursos y que pone en peligro su bienestar; donde, en última instancia son las percepciones sobre el nivel de tensión de una situación y las habilidades individuales de control, las variables que definen el estrés.
Siguiendo ambas líneas, se dice que las personas experimentan estrés cuando se sienten amenazadas y desafiadas física o psicológicamente, cuando se preguntan si pueden afrontar las demandas del ambiente, cuando su corazón late con fuerza y sienten el estómago revuelto; en otras palabras, cuando se encuentran bajo tensión física o presión psicológica y despliegan diversas respuestas emocionales y corporales “incómodas”, en un intento por recuperar el control y hacer frente a las circunstancias o eventos estresores.
Trasladando el concepto al entorno laboral, el estrés representa el desequilibrio percibido entre las demandas profesionales y la capacidad del colaborador para afrontarlas efectivamente; siendo sus efectos perjudiciales relativos a cada sujeto que lo experimenta. En este sentido, las enfermedades ocupacionales derivadas del estrés laboral, suelen ser asimiladas de diferentes maneras de acuerdo con las diferencias individuales, en lo que a locus de control, autoeficacia percibida, estado de salud actual e historial clínico se refiere.
Especialistas en el área de la psiconeuroinmunología sostienen que el mantenimiento prolongado de altos niveles de activación como consecuencia del estrés, afecta la salud a través de múltiples vías: modificando el funcionamiento fisiológico general del organismo, la actividad neuroendocrina y la competencia inmunológica. De manera más específica, han descrito relaciones entre niveles altos y sostenidos de estrés con respecto al desarrollo de trastornos cardiovasculares, respiratorios, endocrinos, gastrointestinales y dermatológicos; demostrando así mismo, su contribución en cuanto al desarrollo de trastornos de somatización dentro de los entornos laborales.
Desde la perspectiva de la Organización el impacto que supone el estrés que sufren sus colaboradores, se traduce en elevados costos, pues trae como consecuencias: el aumento de la incidencia de enfermedades ocupacionales, el deterioro del clima organizacional, la rotación y fluctuación del personal, el ausentismo laboral o bien el presentismo; aunado al deterioro del rendimiento laboral, asociándose a su vez con la baja en la productividad.
Partiendo de la premisa que “una persona enferma no rinde lo necesario”, desde la Salud Ocupacional se sugiere prestar especial atención a las demandas e indicadores de insatisfacción del personal, como paso inicial para diseñar e incorporar medidas destinadas a minimizar la exposición a los factores de riesgo, construir espacios de trabajo seguros y favorecer la mejora del clima organizacional.
Siguiendo a Peiró:
“un trabajador al que se le cumplen sus demandas da lo mejor de sí en su trabajo, es responsable de sus actos y trabaja por mejorar las condiciones de la organización, por lo que siempre debe de buscarse la satisfacción de los trabajadores (…) Cualquier intervención o cambio organizacional puede incidir sobre el nivel de estrés que pueden experimentar los trabajadores y orientar la organización hacia la construcción de un medio ambiente de trabajo saludable.»
by Psicomanager 2016
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